domingo, 25 de enero de 2015



“CATALINA, LA ABUELA DE LOS TICOS”

Mauricio Meléndez

Muchos de los primeros mestizos nacieron de las relaciones del conquistador con las mujeres de los pueblos indios que iban sometiendo y, más tarde, de las relaciones de los colonos con las indias de los pueblos que tenían en sus encomiendas.

(…)  El pueblo de Curridabat está entre los pueblos indios que se dieron en encomienda en 1569, apenas 8 años después de haber empezado el proceso de conquista sistemática del Valle Central de Costa Rica. Ya en el siglo XVIII, el pueblo pasó a manos de la Corona y para fines del mismo siglo ya no había población indígena; en cambio, quedaron sus descendientes mestizos, que se siguieron mezclando con los mulatos y pocos españoles que se avecindaron en ese pueblo.

(…)  Por el propio testamento de Catalina, sabemos que fue casada con un indio de San Mateo de Chirripó, con quien no tuvo hijos; no obstante, había tenido cinco hijos, a tres de los cuales les asigna apellidos españoles: Gaspar de Rojas, Gabriel de Aguilar y Ana de Sanabria (estos dos últimos ya muertos en 1658). Las otras dos fueron Luisa (que estaba viva en 1658) y María (ya fallecida en ese año).

El hecho de que los cite con apellidos españoles sugiere que sus padres deben haberlo sido; así, sabemos que el progenitor de Gaspar fue Francisco de Ocampo Golfín, pues así lo declara Gaspar en su testamento (1665). A Gabriel de Aguilar (o Espinosa) se le da por padre Herrando de Aguilar; sin embargo, nunca he visto la prueba documental de esta filiación. Finalmente, Ana de Sanabria, quien sirvió en casa del Cap. Juan de Sanabria (o Sanabria) Maldonado y su mujer, Da. Juana Moscoso Figueroa (hija de Francisco de Ocampo Golfín). ¿Acaso habrá sido Sanabria Maldonado el padre de Ana? Tal vez; eso lo hubiéramos sabido quizá en el testamento de Ana -que según Catalina había hecho su  hija-, pero este se perdió.

El Capitán Francisco de Ocampo Golfín, quien llegó a Costa Rica a fines del siglo XVI, casó con Inés de Benavides, hija del conquistador trujillano Juan Solano y su esposa, Da. Mayor de Benavides -también española-. De ellos somos descendientes muchísimos costarricenses pues tuvieron abundante descendencia.
Catalina nunca aprendió a hablar español, según se desprende de su testamento, para el que se necesitó de intérpretes: Sarg. Luis Rodríguez y Gabriel, indio naborío.

Es curioso que Gaspar de Rojas la cite con un apellido español en 1665: Pereira; sin embargo, ella en su testamento se hace llamar Catalina Tuía.  Asimismo, ella nombra a su hijo Gaspar por su heredero pues asegura que él siempre la ha mantenido, y que los únicos bienes que le hubieran pertenecido eran los que le había dejado su hija Ana en su testamento, pero que ni don Juan de Sanabria ni su mujer le habían entregado nada.

A continuación presento a ustedes la descendencia de Catalina, por intermedio de su hijo Gaspar, hasta la quinta generación. En esta ocasión no incluyo las personas que llevaron Rojas de segundo apellido.

(…)  Por otra parte, los descendientes de Catalina Tuía somos casi todos los costarricenses que tengamos raíces en familias antiguas del país, anteriores a 1850, no importa la condición social o económica en el presente.





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