SOLANO
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“Este apellido hoy tan difundido en Costa Rica tiene diferentes
orígenes. Representa los apellidos netamente ticos que por su llegada tan
remota al país hoy lo encontramos por todo el territorio nacional. Sin embargo, la gran mayoría de los Solano de
la actualidad no tienen una filiación documentada con el fundador español de
este apellido. Primero, hubo muchas más hijas que hijos, lo que obviamente
repercute en la extensión de un apellido; segundo, aparecen muchos personas de
origen mezclado -mestizos y mulatos-, que bien pueden tener un parentesco con
la familia española, pero que por ser hijos habidos fuera de matrimonio nunca
citan a sus padres pese a que usaran -eventualmente- su apellido. Tercero, también muchos indígenas y negros
esclavos eran conocidos con el apellido de su encomendero o amo -según fuera el
caso- a pesar de que no tuvieran ninguna relación consanguínea. A su vez, los
hijos de estos -generalmente ya mezclados- conservaban el apellido que habían
usado sus padres. Según mi parecer, sin
embargo, el apellido por línea de varón no se extinguió del todo, aunque hasta el
momento no se ha podido confirmar la filiación de algunos pocos Solanos del
siglo XVIII que, tal parece, son descendientes del fundador. El fundador de este apellido en Costa Rica
fue el capitán Juan Solano, quien entró a Costa Rica con el conquistador Juan
de Cavallón en 1561. Es curioso que el
Catálogo de pasajeros a Indias aparezca como viajero hacia Panamá, en 1560,
como criado de Da. Catalina Hurtado, mujer del teniente de gobernador de Tierra
Firma (Panamá)”.
Hijo de
Vasco Solano
y de Inés Díaz (natural
de la misma región que su hijo).
Carlos
Meléndez (1982) se refiere a él en los siguientes términos:
“Distinguiose con Cavallón por sus buenas cualidades, como soldado
valeroso que siempre estaba en primera fila.
En un combate contra los indios de Garabito recibió varias heridas; en
otro un flechazo en el pie, que le tuvo largo tiempo baldado. No obstante en su juventud, fue nombrado
regidor de Garcimuñoz en 1563, gracias a su reconocida cordura. Sirvió luego a Vázquez de Coronado,
acompañándole en su jornada a Quepo y Coto.
En este último lugar fue gravemente herido por los indios. Ayudó a edificar la ciudad de Cartago en su
nuevo asiento en el Valle del Guarco, donde fue Alcalde de la Santa
Hermandad. Recién llegado Perafán de
Ribera a la provincia, pasó en 1568 hasta Choluteca con algunos soldados, a fin
de traer más de 400 cabezas de ganado para el socorro de la provincia. Fue después con Diego López de Ribera, hijo
del gobernador, a la pacificación de los indios de Pococí y Aoyaque, que se
habían sublevado. En 1570 acompañó como
Alférez general a Perafán, a la jornada del río de La Estrella, en la que
prestó los mejores servicios, en especial a la expedición hecha a Arariba y el
Guaymí; fue luego de los fundadores de la ciudad de Nombre de Jesús, en donde
fue Alcalde ordinario y Alférez general.
Al partir Perafán le nombró entonces Gobernador interino, debiendo
encarar en ese puesto la incursión del célebre corsario Francis Drake por el
Pacífico. El prestigio de Solano fue
extraordinario, a un grado tal que su familia fue la de mayor renombre social
en la provincia. Se constituyó en el
Patriarca de Costa Rica, antes de su muerte, ocurrida en Cartago en 1613,
hallándose a una edad avanzada. En 1569
fue encomendero de Puririce con 150 indios y de Garabito con 250; por 1599 era
encomendero de la parcialidad del pueblo de Barva” p. 248).
Por su
parte Ricardo Fernández Guardia (1941)
lo detalla del modo siguiente:
“Soldado muy valeroso, estaba
siempre en primera fila. En un combate
contra los indios de Garabito recibió varias heridas, entre otras un flechazo
en un pie que lo tuvo largo tiempo balado.
No obstante en su juventud fue hecho regidor del Castillo de Garcimuñoz,
gracias a su reconocida cordura. Sirvió
a Vázquez de Coronado con la misma fidelidad que a Cavallón (…) Ayudó a
edificar la ciudad de Cartago en el Valle del Guarco donde fue el primer
alcalde de la Santa Hermandad (…) El
prestigio que Juan Solano llegó a adquirir en Costa Rica fue realmente
extraordinario. Por sus virtudes, su
hombría de bien y su caballerosidad todos le querían y respetaban
profundamente. Era de verdad un
patriarca y su influencia en la
provincia no tenía igual. Hasta el fin
de su larga vida ejerció en Cartago los más altos cargos concejiles con
beneplácito general. Murió por el año de
1615 a la edad de ochenta años. Su
memoria ha sido justamente ensalzada por todos nuestros historiadores” (pp.
39-40).
Castro
(ídem) lo señala como:
“Factor, Veedor y Regidor de
Cartago, su casa de habitación en Cartago en 1608 según Monseñor Sanabria
estaba situada en la Cuadra 1D Solares 3 y 4.
Falleció en esa ciudad en 1615 a la edad de 67 años. La casta del Patriarca jamás se derrumbó en
Ochomogo, como lo indica el historiador Castro y Tossi, sigue manteniéndose
firme y en primera línea”
Se casó en Panamá en 1576 con
Mayor de
Benavides Grado, natural de Jerez de los
Caballeros, Badajoz, España. Ella fue
hija de
Baltasar de Grado
y de Leonor Álvarez de Rubio de Benavides y
Vázquez Ronquillo, procedentes de la misma región (Ratificado por Udo
Groub, 2000, en Nº 37 de la Revista de la ACCG, p.221).
Empleando
las notas de Sanabria, Groub y Meléndez se podrá configurar su
descendencia. Este último añade que:
“Como podrá notarse, el uso de los apellidos
era totalmente diferente al que nos rige en la actualidad; en la próxima
columna incluiré un artículo al respecto, para que se puedan formar una idea de
cómo funcionaba el sistema de transmisión del apellido en los siglos XVI y XVII
en Hispanoamérica.
Ahora bien, como pasa con casi todos los conquistadores y primeros
pobladores de origen hispano en Costa Rica, todos los que tenemos antepasados
con ascendencia remota en el país provenimos de ellos, aunque por ramas
colaterales; es decir por alguna abuela de apellido Solano que descendía de él. La familia de Juan Solano llegó a gozar de
una muy buena posición social dentro del conglomerado capitalino colonial,
incluso reconocida fuera de la provincia por su prestigio. Juan Solano tuvo varias encomiendas en
distintos lugares. Acompañó a los distintos
conquistadores que entraron a Costa Rica (Cavallón, Juan Vázquez de Coronado y
Perafán de Ribera) y ocupó diversos puestos públicos”
Fueron hijos de Juan y de Mayor:
Francisco Solano, soltero y con hijo reconocido;
Vasco Solano, soltero, con hijos reconocidos;
Presbítero Baltasar Grado, Primer sacerdote costarricense
(1584-1648);
Pedro Solano, (también conocido como Díaz de Grado), murió
soltero, sin hijos;
Juana Solano, casada en 1600 con Luis Cascante Rojas;
Catalina Vázquez de Grado, casada con Francisco de Paz;
Inés Benavides (n. en Cartago 1596),
casada con el Capitán Francisco Ocampo
Golfín (n. en Mérida 1570), relación ampliamente comentada y presentada en
el apartado correspondiente y a lo largo del documento, y
Juan Solano Benavides
(1586-1654, ambas situaciones en Cartago). Encomendero de Guicací y de Garabito
y Quepo, alcanzó el rango de Capitán en las Milicias de Cartago), casado con
Magdalena Guerrero y Portilla (n. 1610, Udo Grub, ídem. p. 220), hija de
Domingo Agustín Guerrero
y de Juana de la Portilla López Román (n.
1592), hija de
Pedro de la Portilla
y de Ana Gómez Benito (n. 1560), hija de
Román Benito (n. 1530)
y de Juana Gómez (n. 1540), hija de
Andrés de Bonilla
y de María Hernández
Esta
relación de Juan y de Magdalena se desglosará en este mismo
apartado. Sobre los Solano y su prestigio en la región de Cartago, aporta
Meléndez (1982) que:
“En todo lo concerniente a las familias fundadoras de Costa Rica,
el grado de dificultad para su conocimiento, se incrementa en la carencia de
registros bautismales y en toda clase de documentos relativos al siglo
XVI. La historiografía tradicional ha
destacado la relevancia de la casa de Juan Solano, oriundo de Trujillo, y que
precisamente fue el último de los conquistadores entre los que acompañaron a
Cavallón en su entrada al Valle Central, en morir, el año de 1613. Su descendencia figuró de modo destacado en la vida ciudadana de
Cartago y Costa Rica, habiendo sido él –y algunos de sus descendientes,
encomenderos y personajes de distinción, perpetuándose su prestigio más bien a
través de una de las ramas femeninas, la de los Ocampo Golfín, como lo afirma
Castro Tosi, para agregarnos que su predominio se derrumbó en Ochomogo el año
de 1823” (Meléndez, Carlos, 1982, p. 193).
“Varios factores intervienen para hacer de la figura de Juan
Solano, una de las más relevantes de nuestros inicios sociales. Quizás deba apuntarse en primer lugar a las
circunstancias de sus orígenes sociales, indiscutiblemente relevantes, como uno
de los factores que más fácilmente contribuyeron a su exaltación. Solano, natural de Trujillo en Extremadura,
nació por allí del año 1538, fue hijo del matrimonio de Vasco Solano y de Inés
Díaz.
‘Los Solano, de Trujillo pertenecían a la más rancia nobleza, dueños
de mucha hacienda y tierras en Trujillo y en Zorita, aliados a las poderosas
familias de Aguilar, Tapia, Arévalo, Orellana y otros ricos Mayorazgos. De ellos salieron Hernando Solano, compañero
de Almagro en Chile (1536) y el célebre conquistador del Perú, Pedro
Solano. La rama de Zorita, aunque
segundona, fue llamada a muy alta fortuna ya que de ella descienden los Solano,
Marqueses del Socorro y de la Solana, Condes de Carpio, Señores de la
Quintanilla y Casa del Hito, quienes a fines del siglo XVIII enlazaron con los
Ortiz de Rozas, Condes de Poblaciones y Vizcondes de Manzanedo, unos y otros de
principalísima atención en América (Castro Tosi, Norberto, 1974). Estas
afirmaciones de nuestro erudito genealogista don Norberto Castro y Tosi, en
cierto modo se hallan ratificadas por la declaración del famoso coplero don
Domingo Jiménez, quien en el año 1600 testimonió que:
‘le tiene por hombre muy principal, caballero, hijodalgo, de solar
conocido, porque este testigo conoce en los reinos de España á muchos deudos
suyos, y por tales eran tenidos; y dicho Capitán Joan Solano por tal es habido,
tenido y comúnmente reputado en esta tierra’. Se impone destacar, como lógica
consecuencia de los datos transcritos, que en el caso de Solano no se da en
forma exclusiva el afán de venir a ganar en Indias la nobleza, sino más bien el
abrillantar aún más los méritos de la casa ilustre a la que pertenecía. Esto indudablemente se tomó entonces muy en
cuenta, y ello indica a las claras que es una de las razones para elevar,
dentro del ámbito costarricense, a la casa de Solano, sobre muchas otras de las
fundadoras de familias en la ciudad de Cartago, a la que por tanto tiempo
estuvo ligado.
(…) Juan Solano participó
en consecuencia en las numerosas expediciones que contribuyeron a dar fisonomía
clara y precisa a la tierra. De Coyoche
a Pacaca, de Guarco a Votos, de Turrialba a Nicoya, de Cartago a Guaymí, de
Quepo a Coto, de Duy a Pococí, de Puririce
a Garabito, de Arariba a Nombre de Jesús, de Aoyaque a la Mata Redonda, de
Tierra Firme a Esparza, de Cartago a Santiago de Talamanca; su huella es
constante y permanente a lo largo de nuestra historia, tanto de la conquista
como de los inicios de la vida colonial. Fue indudablemente el patriarca
cartaginés de mayor respeto y admiración por todo el vecindario, al que sirvió
de muchas formas. (…) El mismo don Manuel Jesús Jiménez nos agrega
otros párrafos más, en su interesante semblanza acerca del Patriarca: ‘Como se ve por estos datos, recogidos de
fehacientes documentos, el capitán Juan Solano fue persona prominente en la
primitiva Cartago, por los notables servicios que prestó en la conquista del
territorio, en la perpetuidad de la colonia y en la organización de la ciudad.
A donde él constantemente llegaron a buscar los forasteros un albergue, los
soldados un caudillo, los Gobernadores un consejo y los indios un protector.
Sus amplias casas pajizas fueron en la naciente Cartago, lo que en
las regiones de oriente las tiendas hospitalarias en los tiempos patriarcales.
Por eso don León Fernández refiriéndose a Solano, ha dicho lo siguiente: ‘Él
fue sin duda una de las figuras más prominentes y simpáticas de la conquista de
Costa Rica, por su honradez, desprendimiento y larga e impresionante hoja de
servicios, siempre limpia y sin mancilla.
Su larga vida, su numerosa familia y sus valiosos servicios lo hicieron
ser considerado por sus contemporáneos, como la persona de mayor respeto en la
Colonia’. Con justo acierto, don Juan Rafael Víquez dice de él que:
‘fue el exponente más perfecto y completo del grupo histórico al
que perteneció, sirviendo de modelo para plasmarse y dar representación
característica y viva a la ideología de su tiempo, prolongándose su silueta
apaciblemente hasta nuestros días, encarnándose con fijeza duro, hogaño’.
Nuestros historiadores están acordes en señalar que la casa de
Juan Solano es quizás la que alcanzó más prestigio y notoriedad dentro del
ambiente social de la ciudad de Cartago, marco dentro del cual le tocó actuar
ejerciendo funciones rectoras y participando en todas las vicisitudes de la
misma, que fueron muchas, por razón de sus distintas mudanzas y dificultades.
Cuando Solano quiso establecer su hogar, pasó al Reino de Tierra Firme, donde
contrajo matrimonio con doña Mayor de Benavides, dama principal
‘la cual era nada menos que sobrina carnal de un caballero de la
ínclita Orden de San Juan de Jerusalem, llamado Alonso Pérez de Grado, y
original de Jeréz de los Caballeros en Extremadura’.
Ello quiere decir que Solano se preocupó ciertamente por contraer
nupcias con una dama de su misma condición, hecho que contribuyó indudablemente
a abonar de nuevo el rancio solar al que pertenecía. Pero todo cuanto hasta el momento hemos dicho
sobre Juan Solano, quizás el detalle más significativo viene a ser la
circunstancia de haber sido el progenitor de una de las más distinguidas
familias de la provincia, que por esta misma circunstancia, mantuvo durante
largo tiempo su hidalguía y notoriedad. Por desgracia nuestra documentación
histórica no es siempre lo suficientemente precisa que quisiéramos para
esclarecer toda esta problemática genealógica.
Nuestra máxima autoridad en este campo, don Norberto Castro y Tosi, nos
señala que del matrimonio Solano-Benavides nacieron cinco varones y dos
mujeres. El dato no coincide con el que
nos brinda Monseñor Sanabria en sus Genealogías, donde incurre en evidentes
errores. De los hijos de Solano debemos
apuntar algunos detalles, dada la significación de esta familia. En primer término, quizás la figura intelectual
más relevante dentro de ella, es el Presbítero Licenciado Baltasar de Grado
(1585-1648) quien fue el primer costarricense en ordenarse sacerdote y quien en
la provincia llegó a desempeñar el curato de Cartago, tocándole a la vez fungir
como Comisario del Santo Oficio.
Desempeñó a la vez las funciones de maestro de primeras letras en
Cartago, hecho que muestra a las claras su espíritu de servicio.
Otro de sus hijos fue su homónimo Juan Solano (1586-1654)
encomendero que fue de Güicací y de Garabito y Quepo; alcanzó el rango de
Capitán en las milicias de Cartago. Francisco (1577) fue también capitán y tuvo
su encomienda en el pueblo de Aserrí.
También fue capitán Pedro Solano, citado en algunos documentos como Pedro
Días de Grado. El último de los varones
que nos falta citar es Vasco Solano, también capitán y alférez Real (1583)
quien parece haberse dedicado más a las actividades ligadas a la tierra y dejó
sucesión por la vía bastarda; tuvo el cargo de alférez en las milicias de
Cartago. De las hijas de Juan Solano, debemos citar a Catalina Vázquez de
Grado, quien se casó con Francisco Paz, sin dejar sucesión, y a doña Inés de
Benavides (1581), quien por 1595 se casó con el Capitán Francisco de Ocampo
Golfín (1570-1638). Esta familia se
constituyó en una de las más importantes de la provincia.
(…) Juan Solano fundó uno de los linajes más importantes que
conocemos en la historia de Costa Rica, aún y cuando por la vía femenina a
través de los Ocampo Golfín y los Sandoval Ocampo, que son los apellidos a través de los cuales se perpetúa esta
descendencia. Por las otras ramas, quizás por haber predominado la descendencia
por la línea bastarda, podemos más bien apreciar con ellos el descenso social y
en pocas ocasiones el ascenso” (Carlos Meléndez, 1982, pp.140-146).
Guillermo Castro Echeverría (1994) lo denomina como
“Fundador de la nacionalidad tica
(…) Uno de los primerísimos hombres que pisó nuestro Valle Central. Fue uno de los pocos nobles españoles que
tuvo fe en el futuro de la nueva patria, luchando sin descanso por el
fortalecimiento de la provincia de Cartago, desde el Cabildo y por los derechos
de sus compatriotas hasta la muerte (Nº 34 de la Revista de la ACCG, pp.
92-93).
“La importancia del Capitán Juan Solano, como genearca, no
proviene de lo extensivo de su descendencia por vía masculina, pues ésta, desde
la tercera generación, solo quedó representada por una línea, distinguida pero
modesta y de poca actuación social (ya que los numerosos Solanos que poblaron
el país tenían distinto origen), sino por el hecho de que concurrieran varias
circunstancias que hicieron que Juan Solano sea el verdadero punto de arranque
del patriarcado cartaginés durante dos centurias. Pocos conquistadores de alta
alcurnia, que fueran compañeros de Cavallón, Vázquez de Coronado, Perafán de
Rivera o Artieda Chirino, se quedaron en esta tierra para fundar un hogar de la
forma que mandaba Dios, sino que la mayor parte, una vez realizadas sus
proezas, fue atraída hacia otros destinos más brillantes.
Juan Solano fue uno de los pocos nobles que tuvieron fe en Costa
Rica. No solo entró en este país con
Cavallón sino que se mantuvo bajo el mando de los sucesivos Justicias Mayores
hasta su fallecimiento en 1615.
(…) Cuando quiso fundar su hogar
se fue a Panamá a buscar una mujer de su rango y la encontró en la persona de
doña Mayor de Benavides y Grado. (…) Los Solano de Trujillo, pertenecían a la
más rancia nobleza, dueños de mucha hacienda y tierras en Trujillo y en Zorita,
aliados a las poderosas familias terratenientes de Aguilar, Tapia, Arévalo,
Orellana y otros ricos Mayorazgos (…)
Del matrimonio Solano Benavides nacieron cinco varones y dos
mujeres: Baltasar de Grado, que fue el primer cura costarricense de Cartago y
Comisario del santo Oficio; Francisco Solano, quien sucedió a su padre en las
encomiendas de Garabito y Puririce; el Sargento Mayor Juan Solano que fue
encomendero de Hamea y gobernó interinamente la provincia a la muerte de
Villalta en 1634, Vasco Solano por quien se prosiguió el apellido; Pedro Solano
(que en su juventud se hizo llamar Pedro Díaz de Grado), Depositario general y
regidor Perpetuo de Cartago (1639); doña
Catalina Vázquez de Grado quien se casó con Francisco de Paz (de cuyo consorcio
no hubo sucesión) y, en fin, doña Inés de Benavides Solano y Grado que contrajo
matrimonio con un Caballero hijodalgo de Mérida, Extremadura llamado don
Francisco de Ocampo Golfín de Sandoval y Carrillo de Figueroa. Y precisamente es alrededor de este último
matrimonio y su descendencia que se cristalizó el Patriciado de Cartago,
fenómeno de importancia histórica indudable. Los hijos de Juan Solano tuvieron
todos destacadísima actuación en la primera mitad del siglo XVII, y un nieto
suyo, don Francisco Solano, fue Sacristán Mayor de Cartago (1639); pero es por
la vía femenina, ya indicada, que se transmitió la auténtica tradición
solaniana. Durante más de dos siglos de sangre legítima de Juan Solano,
perpetuada por esta vía, logrará ocupar constantemente los puestos más
importantes en el ayuntamiento, en la milicia, en la Real Justicia y aún en la
Iglesia de Costa Rica y gozará de las mejores encomiendas y de las principales
fortunas. A tal punto que las demás
estirpes, no emparentadas –siquiera por afinidad- con la de Juan Solano
parecían meros satélites. El forastero distinguido, deseoso de radicar en la
provincia, de ser ‘aceptado’ socialmente para desempeñar cargos de relieve u
honoríficos, buscaba aliarse a esta prestigiosa sangre, con referencia a toda
otra por noble que fuera. Si diéramos la
lista de los apellidos que así entroncaron, se constataría que abarca a casi
todo lo que tuvo actuación relevante en el período Real. El Patriciado de
Cartago, fuertemente cimentado por la tradición y el parentesco solaniano, en
más de una ocasión memorable se opuso con singular energía a pretensiones de
ciertos Gobernadores que estimaba, con o sin razón, contrarias a los fueros y
regalías de la Provincia o perjudiciales al bien público. Su actitud patriótica, que contenía ya en sí
la semilla de la Independencia, debe ser considerada como el fenómeno político
social más interesante de nuestra historia colonial. Más su misma exclusividad constituyó –a
nuestro modo de ver- uno de los factores conspicuos que provocaron la guerra Civil
de 1824. Y así fue como el predominio
político social en Costa Rica de la ‘Casta de Juan Solano’ se derrumbó en
Ochomogo” (Norberto Castro y Tosi, 1975, Nº 22 de Revista de la ACCG, pp.
72-75).
JUAN
SOLANO Y BENAVIDES (1586-1654)
Juan nació en la ciudad de Cartago en 1586. Fue Alcalde Ordinario de la misma localidad
en 1650. Se casó con
Magdalena
Guerrero y Portilla en la ciudad de Cartago. Con
ella tuvo como hijos a:
Juan, casado con Josefa Machado;
María, casada con Lucas de Ortega Ramírez;
Nicolás, casado con Antonia Sánchez y
Ana Guerrero Solano, casada con
Juan Fernández Chacón y Núñez, hijo de
Eugenio Fernández Chacón (Extremeño,
+ 1677)
y de María Núñez
Ana y Juan, padres de:
Magdalena Fernández Solano, casada
con
Juan de Dios Aguilar Méndez,
referido en apartados anteriores
y María (Juana) Solano y de la Portilla
Guerrero (nacida en 1629), casada con
Bernabé de Segura Calderón y Cubillo, cuya
referencia se presenta en el apartado respectivo.
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