lunes, 9 de febrero de 2015



SOLANO

JUAN SOLANO Y DÍAZ DE TAPIA (1538-1612)

P

rocedía de Trujillo, Extremadura, España.  Nació allí en 1538.  Fue Alcalde Ordinario de Cartago en 1568 y de 1577 a 1579.  Para muchos es el padre de la nacionalidad costarricense, pues fue uno de los pocos conquistadores que tuvo fe en el sitio al que habían llegado.  Añade Mauricio Meléndez en sus publicaciones electrónicas que:

“Este apellido hoy tan difundido en Costa Rica tiene diferentes orígenes. Representa los apellidos netamente ticos que por su llegada tan remota al país hoy lo encontramos por todo el territorio nacional.  Sin embargo, la gran mayoría de los Solano de la actualidad no tienen una filiación documentada con el fundador español de este apellido. Primero, hubo muchas más hijas que hijos, lo que obviamente repercute en la extensión de un apellido; segundo, aparecen muchos personas de origen mezclado -mestizos y mulatos-, que bien pueden tener un parentesco con la familia española, pero que por ser hijos habidos fuera de matrimonio nunca citan a sus padres pese a que usaran -eventualmente- su apellido.  Tercero, también muchos indígenas y negros esclavos eran conocidos con el apellido de su encomendero o amo -según fuera el caso- a pesar de que no tuvieran ninguna relación consanguínea. A su vez, los hijos de estos -generalmente ya mezclados- conservaban el apellido que habían usado sus padres.  Según mi parecer, sin embargo, el apellido por línea de varón no se extinguió del todo, aunque hasta el momento no se ha podido confirmar la filiación de algunos pocos Solanos del siglo XVIII que, tal parece, son descendientes del fundador.  El fundador de este apellido en Costa Rica fue el capitán Juan Solano, quien entró a Costa Rica con el conquistador Juan de Cavallón en 1561.  Es curioso que el Catálogo de pasajeros a Indias aparezca como viajero hacia Panamá, en 1560, como criado de Da. Catalina Hurtado, mujer del teniente de gobernador de Tierra Firma (Panamá)”.

Hijo de
Vasco Solano
y de Inés Díaz (natural de la misma región que su hijo).

Carlos Meléndez (1982) se refiere a él en los siguientes términos:

“Distinguiose con Cavallón por sus buenas cualidades, como soldado valeroso que siempre estaba en primera fila.  En un combate contra los indios de Garabito recibió varias heridas; en otro un flechazo en el pie, que le tuvo largo tiempo baldado.  No obstante en su juventud, fue nombrado regidor de Garcimuñoz en 1563, gracias a su reconocida cordura.  Sirvió luego a Vázquez de Coronado, acompañándole en su jornada a Quepo y Coto.  En este último lugar fue gravemente herido por los indios.  Ayudó a edificar la ciudad de Cartago en su nuevo asiento en el Valle del Guarco, donde fue Alcalde de la Santa Hermandad.  Recién llegado Perafán de Ribera a la provincia, pasó en 1568 hasta Choluteca con algunos soldados, a fin de traer más de 400 cabezas de ganado para el socorro de la provincia.  Fue después con Diego López de Ribera, hijo del gobernador, a la pacificación de los indios de Pococí y Aoyaque, que se habían sublevado.  En 1570 acompañó como Alférez general a Perafán, a la jornada del río de La Estrella, en la que prestó los mejores servicios, en especial a la expedición hecha a Arariba y el Guaymí; fue luego de los fundadores de la ciudad de Nombre de Jesús, en donde fue Alcalde ordinario y Alférez general.  Al partir Perafán le nombró entonces Gobernador interino, debiendo encarar en ese puesto la incursión del célebre corsario Francis Drake por el Pacífico.  El prestigio de Solano fue extraordinario, a un grado tal que su familia fue la de mayor renombre social en la provincia.  Se constituyó en el Patriarca de Costa Rica, antes de su muerte, ocurrida en Cartago en 1613, hallándose a una edad avanzada.  En 1569 fue encomendero de Puririce con 150 indios y de Garabito con 250; por 1599 era encomendero de la parcialidad del pueblo de Barva” p. 248).

Por su parte Ricardo Fernández Guardia (1941)  lo detalla del modo  siguiente:

“Soldado muy valeroso, estaba siempre en primera fila.  En un combate contra los indios de Garabito recibió varias heridas, entre otras un flechazo en un pie que lo tuvo largo tiempo balado.  No obstante en su juventud fue hecho regidor del Castillo de Garcimuñoz, gracias a su reconocida cordura.  Sirvió a Vázquez de Coronado con la misma fidelidad que a Cavallón (…) Ayudó a edificar la ciudad de Cartago en el Valle del Guarco donde fue el primer alcalde de la Santa Hermandad (…)  El prestigio que Juan Solano llegó a adquirir en Costa Rica fue realmente extraordinario.  Por sus virtudes, su hombría de bien y su caballerosidad todos le querían y respetaban profundamente.  Era de verdad un patriarca y  su influencia en la provincia no tenía igual.  Hasta el fin de su larga vida ejerció en Cartago los más altos cargos concejiles con beneplácito general.  Murió por el año de 1615 a la edad de ochenta años.  Su memoria ha sido justamente ensalzada por todos nuestros historiadores” (pp. 39-40).

Castro (ídem) lo señala como:

“Factor, Veedor y Regidor de Cartago, su casa de habitación en Cartago en 1608 según Monseñor Sanabria estaba situada en la Cuadra 1D Solares 3 y 4.  Falleció en esa ciudad en 1615 a la edad de 67 años.  La casta del Patriarca jamás se derrumbó en Ochomogo, como lo indica el historiador Castro y Tossi, sigue manteniéndose firme y en primera línea”

Se casó en Panamá en 1576 con
Mayor de Benavides Grado, natural de Jerez de los Caballeros, Badajoz, España.  Ella fue hija  de
Baltasar de Grado
y de Leonor Álvarez de Rubio de Benavides y Vázquez Ronquillo, procedentes de la misma región (Ratificado por Udo Groub, 2000, en Nº 37 de la Revista de la ACCG, p.221).

Empleando las notas de Sanabria, Groub y Meléndez se podrá configurar su descendencia.  Este último añade que:

“Como podrá notarse, el uso de los apellidos era totalmente diferente al que nos rige en la actualidad; en la próxima columna incluiré un artículo al respecto, para que se puedan formar una idea de cómo funcionaba el sistema de transmisión del apellido en los siglos XVI y XVII en Hispanoamérica.

Ahora bien, como pasa con casi todos los conquistadores y primeros pobladores de origen hispano en Costa Rica, todos los que tenemos antepasados con ascendencia remota en el país provenimos de ellos, aunque por ramas colaterales; es decir por alguna abuela de apellido Solano que descendía de él.  La familia de Juan Solano llegó a gozar de una muy buena posición social dentro del conglomerado capitalino colonial, incluso reconocida fuera de la provincia por su prestigio.  Juan Solano tuvo varias encomiendas en distintos lugares.  Acompañó a los distintos conquistadores que entraron a Costa Rica (Cavallón, Juan Vázquez de Coronado y Perafán de Ribera) y ocupó diversos puestos públicos”

Fueron hijos de Juan  y de Mayor:
Francisco Solano, soltero y con hijo reconocido;
Vasco Solano, soltero, con hijos reconocidos;
Presbítero Baltasar Grado, Primer sacerdote costarricense (1584-1648);
Pedro Solano, (también conocido como Díaz de Grado), murió soltero, sin hijos;
Juana Solano, casada en 1600 con Luis Cascante Rojas;
Catalina Vázquez de Grado, casada con Francisco de Paz;

Inés Benavides (n. en Cartago 1596), casada con el Capitán Francisco Ocampo Golfín (n. en Mérida 1570), relación ampliamente comentada y presentada en el apartado correspondiente y a lo largo del documento, y

Juan Solano Benavides (1586-1654, ambas situaciones en Cartago). Encomendero de Guicací y de Garabito y Quepo, alcanzó el rango de Capitán en las Milicias de Cartago), casado con

Magdalena Guerrero y Portilla (n. 1610, Udo Grub, ídem. p. 220), hija de
Domingo Agustín Guerrero
y de Juana de la Portilla López Román (n. 1592), hija de
Pedro de la Portilla
y de Ana Gómez Benito (n. 1560), hija de
Román Benito (n. 1530)
y de Juana Gómez (n. 1540),  hija de
Andrés de Bonilla
y de María Hernández

Esta relación de Juan y de Magdalena se desglosará en este mismo apartado. Sobre los Solano y su prestigio en la región de Cartago, aporta Meléndez (1982) que:

“En todo lo concerniente a las familias fundadoras de Costa Rica, el grado de dificultad para su conocimiento, se incrementa en la carencia de registros bautismales y en toda clase de documentos relativos al siglo XVI.  La historiografía tradicional ha destacado la relevancia de la casa de Juan Solano, oriundo de Trujillo, y que precisamente fue el último de los conquistadores entre los que acompañaron a Cavallón en su entrada al Valle Central, en morir, el año de 1613.  Su descendencia figuró  de modo destacado en la vida ciudadana de Cartago y Costa Rica, habiendo sido él –y algunos de sus descendientes, encomenderos y personajes de distinción, perpetuándose su prestigio más bien a través de una de las ramas femeninas, la de los Ocampo Golfín, como lo afirma Castro Tosi, para agregarnos que su predominio se derrumbó en Ochomogo el año de 1823” (Meléndez, Carlos, 1982, p. 193).

“Varios factores intervienen para hacer de la figura de Juan Solano, una de las más relevantes de nuestros inicios sociales.  Quizás deba apuntarse en primer lugar a las circunstancias de sus orígenes sociales, indiscutiblemente relevantes, como uno de los factores que más fácilmente contribuyeron a su exaltación.  Solano, natural de Trujillo en Extremadura, nació por allí del año 1538, fue hijo del matrimonio de Vasco Solano y de Inés Díaz.

‘Los Solano, de Trujillo pertenecían a la más rancia nobleza, dueños de mucha hacienda y tierras en Trujillo y en Zorita, aliados a las poderosas familias de Aguilar, Tapia, Arévalo, Orellana y otros ricos Mayorazgos.  De ellos salieron Hernando Solano, compañero de Almagro en Chile (1536) y el célebre conquistador del Perú, Pedro Solano.  La rama de Zorita, aunque segundona, fue llamada a muy alta fortuna ya que de ella descienden los Solano, Marqueses del Socorro y de la Solana, Condes de Carpio, Señores de la Quintanilla y Casa del Hito, quienes a fines del siglo XVIII enlazaron con los Ortiz de Rozas, Condes de Poblaciones y Vizcondes de Manzanedo, unos y otros de principalísima atención en América (Castro Tosi, Norberto, 1974). Estas afirmaciones de nuestro erudito genealogista don Norberto Castro y Tosi, en cierto modo se hallan ratificadas por la declaración del famoso coplero don Domingo Jiménez, quien en el año 1600 testimonió que:

‘le tiene por hombre muy principal, caballero, hijodalgo, de solar conocido, porque este testigo conoce en los reinos de España á muchos deudos suyos, y por tales eran tenidos; y dicho Capitán Joan Solano por tal es habido, tenido y comúnmente reputado en esta tierra’. Se impone destacar, como lógica consecuencia de los datos transcritos, que en el caso de Solano no se da en forma exclusiva el afán de venir a ganar en Indias la nobleza, sino más bien el abrillantar aún más los méritos de la casa ilustre a la que pertenecía.  Esto indudablemente se tomó entonces muy en cuenta, y ello indica a las claras que es una de las razones para elevar, dentro del ámbito costarricense, a la casa de Solano, sobre muchas otras de las fundadoras de familias en la ciudad de Cartago, a la que por tanto tiempo estuvo ligado.

(…)  Juan Solano participó en consecuencia en las numerosas expediciones que contribuyeron a dar fisonomía clara y precisa a la tierra.  De Coyoche a Pacaca, de Guarco a Votos, de Turrialba a Nicoya, de Cartago a Guaymí, de Quepo a  Coto, de Duy a Pococí, de Puririce a Garabito, de Arariba a Nombre de Jesús, de Aoyaque a la Mata Redonda, de Tierra Firme a Esparza, de Cartago a Santiago de Talamanca; su huella es constante y permanente a lo largo de nuestra historia, tanto de la conquista como de los inicios de la vida colonial. Fue indudablemente el patriarca cartaginés de mayor respeto y admiración por todo el vecindario, al que sirvió de muchas  formas. (…)  El mismo don Manuel Jesús Jiménez nos agrega otros párrafos más, en su interesante semblanza acerca del Patriarca:  ‘Como se ve por estos datos, recogidos de fehacientes documentos, el capitán Juan Solano fue persona prominente en la primitiva Cartago, por los notables servicios que prestó en la conquista del territorio, en la perpetuidad de la colonia y en la organización de la ciudad. A donde él constantemente llegaron a buscar los forasteros un albergue, los soldados un caudillo, los Gobernadores un consejo y los indios un protector.

Sus amplias casas pajizas fueron en la naciente Cartago, lo que en las regiones de oriente las tiendas hospitalarias en los tiempos patriarcales. Por eso don León Fernández refiriéndose a Solano, ha dicho lo siguiente: ‘Él fue sin duda una de las figuras más prominentes y simpáticas de la conquista de Costa Rica, por su honradez, desprendimiento y larga e impresionante hoja de servicios, siempre limpia y sin mancilla.  Su larga vida, su numerosa familia y sus valiosos servicios lo hicieron ser considerado por sus contemporáneos, como la persona de mayor respeto en la Colonia’. Con justo acierto, don Juan Rafael Víquez dice de él que:

‘fue el exponente más perfecto y completo del grupo histórico al que perteneció, sirviendo de modelo para plasmarse y dar representación característica y viva a la ideología de su tiempo, prolongándose su silueta apaciblemente hasta nuestros días, encarnándose con fijeza duro, hogaño’.

Nuestros historiadores están acordes en señalar que la casa de Juan Solano es quizás la que alcanzó más prestigio y notoriedad dentro del ambiente social de la ciudad de Cartago, marco dentro del cual le tocó actuar ejerciendo funciones rectoras y participando en todas las vicisitudes de la misma, que fueron muchas, por razón de sus distintas mudanzas y dificultades. Cuando Solano quiso establecer su hogar, pasó al Reino de Tierra Firme, donde contrajo matrimonio con doña Mayor de Benavides, dama principal

‘la cual era nada menos que sobrina carnal de un caballero de la ínclita Orden de San Juan de Jerusalem, llamado Alonso Pérez de Grado, y original de Jeréz de los Caballeros en Extremadura’.

Ello quiere decir que Solano se preocupó ciertamente por contraer nupcias con una dama de su misma condición, hecho que contribuyó indudablemente a abonar de nuevo el rancio solar al que pertenecía.  Pero todo cuanto hasta el momento hemos dicho sobre Juan Solano, quizás el detalle más significativo viene a ser la circunstancia de haber sido el progenitor de una de las más distinguidas familias de la provincia, que por esta misma circunstancia, mantuvo durante largo tiempo su hidalguía y notoriedad. Por desgracia nuestra documentación histórica no es siempre lo suficientemente precisa que quisiéramos para esclarecer toda esta problemática genealógica.  Nuestra máxima autoridad en este campo, don Norberto Castro y Tosi, nos señala que del matrimonio Solano-Benavides nacieron cinco varones y dos mujeres.  El dato no coincide con el que nos brinda Monseñor Sanabria en sus Genealogías, donde incurre en evidentes errores.  De los hijos de Solano debemos apuntar algunos detalles, dada la significación de esta familia.  En primer término, quizás la figura intelectual más relevante dentro de ella, es el Presbítero Licenciado Baltasar de Grado (1585-1648) quien fue el primer costarricense en ordenarse sacerdote y quien en la provincia llegó a desempeñar el curato de Cartago, tocándole a la vez fungir como Comisario del Santo Oficio.  Desempeñó a la vez las funciones de maestro de primeras letras en Cartago, hecho que muestra a las claras su espíritu de servicio.

Otro de sus hijos fue su homónimo Juan Solano (1586-1654) encomendero que fue de Güicací y de Garabito y Quepo; alcanzó el rango de Capitán en las milicias de Cartago. Francisco (1577) fue también capitán y tuvo su encomienda en el pueblo de Aserrí.  También fue capitán Pedro Solano, citado en algunos documentos como Pedro Días de Grado.  El último de los varones que nos falta citar es Vasco Solano, también capitán y alférez Real (1583) quien parece haberse dedicado más a las actividades ligadas a la tierra y dejó sucesión por la vía bastarda; tuvo el cargo de alférez en las milicias de Cartago. De las hijas de Juan Solano, debemos citar a Catalina Vázquez de Grado, quien se casó con Francisco Paz, sin dejar sucesión, y a doña Inés de Benavides (1581), quien por 1595 se casó con el Capitán Francisco de Ocampo Golfín (1570-1638).  Esta familia se constituyó en una de las más importantes de la provincia.

(…) Juan Solano fundó uno de los linajes más importantes que conocemos en la historia de Costa Rica, aún y cuando por la vía femenina a través de los Ocampo Golfín y los Sandoval Ocampo, que son los apellidos  a través de los cuales se perpetúa esta descendencia. Por las otras ramas, quizás por haber predominado la descendencia por la línea bastarda, podemos más bien apreciar con ellos el descenso social y en pocas ocasiones el ascenso” (Carlos Meléndez, 1982, pp.140-146).

Guillermo Castro Echeverría (1994) lo denomina como

“Fundador de la nacionalidad tica (…) Uno de los primerísimos hombres que pisó nuestro Valle Central.  Fue uno de los pocos nobles españoles que tuvo fe en el futuro de la nueva patria, luchando sin descanso por el fortalecimiento de la provincia de Cartago, desde el Cabildo y por los derechos de sus compatriotas hasta la muerte (Nº 34 de la Revista de la ACCG, pp. 92-93).

“La importancia del Capitán Juan Solano, como genearca, no proviene de lo extensivo de su descendencia por vía masculina, pues ésta, desde la tercera generación, solo quedó representada por una línea, distinguida pero modesta y de poca actuación social (ya que los numerosos Solanos que poblaron el país tenían distinto origen), sino por el hecho de que concurrieran varias circunstancias que hicieron que Juan Solano sea el verdadero punto de arranque del patriarcado cartaginés durante dos centurias. Pocos conquistadores de alta alcurnia, que fueran compañeros de Cavallón, Vázquez de Coronado, Perafán de Rivera o Artieda Chirino, se quedaron en esta tierra para fundar un hogar de la forma que mandaba Dios, sino que la mayor parte, una vez realizadas sus proezas, fue atraída hacia otros destinos más brillantes. 

Juan Solano fue uno de los pocos nobles que tuvieron fe en Costa Rica.  No solo entró en este país con Cavallón sino que se mantuvo bajo el mando de los sucesivos Justicias Mayores hasta su fallecimiento en 1615.   (…)  Cuando quiso fundar su hogar se fue a Panamá a buscar una mujer de su rango y la encontró en la persona de doña Mayor de Benavides y Grado. (…) Los Solano de Trujillo, pertenecían a la más rancia nobleza, dueños de mucha hacienda y tierras en Trujillo y en Zorita, aliados a las poderosas familias terratenientes de Aguilar, Tapia, Arévalo, Orellana y otros ricos Mayorazgos (…)

Del matrimonio Solano Benavides nacieron cinco varones y dos mujeres: Baltasar de Grado, que fue el primer cura costarricense de Cartago y Comisario del santo Oficio; Francisco Solano, quien sucedió a su padre en las encomiendas de Garabito y Puririce; el Sargento Mayor Juan Solano que fue encomendero de Hamea y gobernó interinamente la provincia a la muerte de Villalta en 1634, Vasco Solano por quien se prosiguió el apellido; Pedro Solano (que en su juventud se hizo llamar Pedro Díaz de Grado), Depositario general y regidor Perpetuo de Cartago (1639);  doña Catalina Vázquez de Grado quien se casó con Francisco de Paz (de cuyo consorcio no hubo sucesión) y, en fin, doña Inés de Benavides Solano y Grado que contrajo matrimonio con un Caballero hijodalgo de Mérida, Extremadura llamado don Francisco de Ocampo Golfín de Sandoval y Carrillo de Figueroa.  Y precisamente es alrededor de este último matrimonio y su descendencia que se cristalizó el Patriciado de Cartago, fenómeno de importancia histórica indudable. Los hijos de Juan Solano tuvieron todos destacadísima actuación en la primera mitad del siglo XVII, y un nieto suyo, don Francisco Solano, fue Sacristán Mayor de Cartago (1639); pero es por la vía femenina, ya indicada, que se transmitió la auténtica tradición solaniana. Durante más de dos siglos de sangre legítima de Juan Solano, perpetuada por esta vía, logrará ocupar constantemente los puestos más importantes en el ayuntamiento, en la milicia, en la Real Justicia y aún en la Iglesia de Costa Rica y gozará de las mejores encomiendas y de las principales fortunas.  A tal punto que las demás estirpes, no emparentadas –siquiera por afinidad- con la de Juan Solano parecían meros satélites. El forastero distinguido, deseoso de radicar en la provincia, de ser ‘aceptado’ socialmente para desempeñar cargos de relieve u honoríficos, buscaba aliarse a esta prestigiosa sangre, con referencia a toda otra por noble que fuera.  Si diéramos la lista de los apellidos que así entroncaron, se constataría que abarca a casi todo lo que tuvo actuación relevante en el período Real. El Patriciado de Cartago, fuertemente cimentado por la tradición y el parentesco solaniano, en más de una ocasión memorable se opuso con singular energía a pretensiones de ciertos Gobernadores que estimaba, con o sin razón, contrarias a los fueros y regalías de la Provincia o perjudiciales al bien público.  Su actitud patriótica, que contenía ya en sí la semilla de la Independencia, debe ser considerada como el fenómeno político social más interesante de nuestra historia colonial.  Más su misma exclusividad constituyó –a nuestro modo de ver- uno de los factores conspicuos que provocaron la guerra Civil de 1824.  Y así fue como el predominio político social en Costa Rica de la ‘Casta de Juan Solano’ se derrumbó en Ochomogo” (Norberto Castro y Tosi, 1975, Nº 22 de Revista de la ACCG, pp. 72-75).


JUAN SOLANO Y BENAVIDES (1586-1654)


Juan nació en la ciudad de Cartago en 1586.  Fue Alcalde Ordinario de la misma localidad en 1650. Se casó con

Magdalena Guerrero y Portilla en la ciudad de Cartago. Con ella tuvo como hijos a:
Juan, casado con Josefa Machado;
María, casada con Lucas de Ortega Ramírez;
Nicolás, casado con Antonia Sánchez y

Ana Guerrero Solano, casada con
Juan Fernández Chacón y Núñez, hijo de
Eugenio Fernández Chacón (Extremeño, + 1677)
y de María Núñez

Ana y Juan, padres de:
Magdalena Fernández Solano, casada con

Juan de Dios Aguilar Méndez, referido en apartados anteriores

y María (Juana) Solano y de la Portilla Guerrero (nacida en 1629), casada con

Bernabé de Segura Calderón y Cubillo, cuya referencia se presenta en el apartado respectivo.

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