sábado, 21 de marzo de 2015



VÁZQUEZ DE CORONADO (III)
 
ANDREA VÁZQUEZ DE CORONADO


Corresponde ahora dar seguimiento a la línea descendente de Andrea Vázquez de Coronado.  Ella fue hija de Gonzalo Vázquez de Coronado.

Enrique Robert Luján comenta (en el Nº 2, 1955 de  la Revista de la ACCG, pp. 4-21) que nació entre 1585 y 1587 en Guatemala. Otros, como Enrique Valverde establecen que nació en 1580 y que testó en Cartago en 1648 y en 1657.  Su arribo al país sucedió en compañía de su padre Gonzalo Vázquez de Coronado, II Adelantado de Costa Rica.  Pese a que él estuvo casado con Ana Rodríguez del Padrón, nunca ha existido modo de establecer si fue la madre de Andrea, por lo que tradicionalmente se afirma que se desconoce el nombre de su madre.  Incluso muchas veces se ha afirmado que era hija natural de Gonzalo. Algunos historiadores como Enrique Valverde (ídem) establecen que fue Isabel de Obando. Dentro de los éxitos de éste en torno a su gestión pública se establece un camino de herradura que unió Costa Rica con Panamá.

Andrea se “Casó (…) a principios del año 1600 con el Alférez de las milicias españolas,
Diego Peláez de Lermos, quien nació por el año de 1565 en España, posiblemente en algún lugar de Asturias, ya que éste es el origen del apellido” (p.6).  Murió en 1630.

Conviene aclarar que el uso del “de” normalmente corresponde al lugar de origen y no a la simple pertenencia con alguna familia específica, como es natural que mucha gente crea.

“Llegó a Costa Rica [Diego Peláez]  en 1590, donde casó, vivió y murió, siendo uno de los primeros pobladores y por lo tanto fundadores de la gran familia costarricense.  Sirvió en algunos puestos públicos, entre ellos: Teniente de Alcalde de Nicoya en 1599, y como tal, le correspondió organizar la defensa de los puertos y astilleros de la Alcaldía de Nicoya contra los corsarios ingleses.  En 1600 es Corregidor de Quepo. En 1601 es Juez de Naturales de Tierra Adentro (territorio que después se llamó Talamanca) y en 1622 aparece como Escribano Público y de Gobernación.  Peláez murió en Cartago entre los años 1682 a 1630” (p.6).

Valverde (ídem) por su parte lo refiere del modo siguiente:

“Fue Teniente de Alcalde Mayor de Nicoya, Juez de Naturales de Tierra Adentro, Juez Receptor de Cuquerrique, Escribano Público, de Cabildo y Gobernación, Corregidor de Quepo y Regidor de Cartago.- Aparece como vecino de la ciudad de Cartago el año de 1590, en donde actuó como Juez receptor de alcabalas en el siguiente año. Fue teniente de Alcalde mayor en Nicoya en 1599 y luego Corregidor en Pacaca. Figura además como Escribano de Gobernación en Cartago en 1622. Fue dueño de un hato en Toyogres.- (Meléndez).- (Hay biografía suya en Jiménez, Manuel J. 1946-49, I:373-389, relato denominado "Diego Peláez, el de la encendida fe".) Diego Peláez al recibir noticia de que se acercaban navíos piratas, dio por hecho consumado la catástrofe, pues los navíos que se estaban construyendo en la riberas del golfo de Nicoya, a su juicio, iban a servir de incentivo poderoso a la codicia insaciable del Corsario Drake. Inmediatamente transmitió la noticia a los de Esparza y dio principio a su trabajo de defensa. Había que cuidar especialmente de los tres embarcaderos, a saber: el del Rey, el del Capitán Alonso de Enciso y el del astillero. Para eso se debían poner en juego todos los recursos, encender el patriotismo de los veinte españoles que estaban construyendo los navíos, mover todos los indios, requerir todas las flechas, prevenir asaltos, en fin, hacer un verdadero plan de campaña. Al día siguiente no más, ya estaba Diego Peláez en el astillero de Nandayori dictándo las órdenes del caso; que Pedro de Aipide se constituya en caudillo del Astillero, que en el chinchorro de Alonso de Enciso se vaya Pedro Romero a Cabo Blanco para que se esté allí de centinela; que el Alcalde de Santa Catalina envíe al instante sin dilación alguna dos indios al vecino cerro, desde donde se divisa toda la bahía, para que estén en espía y en atalaya, a fin de que si entran algunas velas den el parte y hagan fuero, para que los demás centinelas hagan la propia seña y cunda el aviso, y como a los arcabuceros españoles les falta lo principal, que es la pólvora, se envíe por ella sin tardanza a Nicaragua. Tomadas estas medidas, regresó Peláez a Nicoya donde se ocupó en distraer militarmente a sus flecheros. Mandó hacer reseña y alarde general; contaba con doscientos indios flecheros. En el reloj de los tiempos no había sonado todavía la hora fatídica de Esparza, la hora pirática de Sharp. Bien podía seguir Nicoya dormitando, reclinada en su indolencia; bien podía Diego Peláez dispersar y dar descando a sus flecheros pues las cinco velas corsarias que se vieron en California iban guiadas en las soledades del océano por la buena estrella de este país, caminando hacia las regiones opulentas del Oriente. El lance, pues, no pasó de simple susto. En aquel mismo año acaeció el tránsito por Nicoya del nuevo gobernador don Gonzalo Vázquez de Coronado, quien traía en su compañía a su hija Doña Andrea, joven que a Peláez debió parecer muy guapa, pues enseguida se apartó de la Alcaldía, se vino para Cartago y se casó con ella poco después. Diego Peláez aparece en 1600 como corregidor de Quepo, en 101 como Juez de Naturaleza para Tierra Adentro, en 1604 como defensor del Adelantado en el Juicio de residencia, y en 1622 como escribano público y de Gobernación. Estos datos revelan que Peláez fue hombre de alguna cultura intelectual. (más detalles interesantes, M. de J. Jiménez: "El de la encendida Fe")”.

Hijos de esta unión de Andrea y de Diego fueron:
Alonso Peláez Vázquez de Coronado,
Antonia Vázquez de Coronado,
Juan Vázquez de Coronado  y de

María Vázquez de Coronado y Peláez, (1609-1673)

“En su testamento doña María como dato interesante indica que ‘tiene en servicio a Lucas, Pascual, Domingo y Pedro, indios’ y deja a cada uno un potro.  El Rey había prohibido que los indios fueran dueños de caballos” (Castro, ídem, p. 77)

Nacida y casada en Cartago con el Sargento y Capitán

Jerónimo de Retes y López de Ortega.  Él fue hijo del Capitán
Jerónimo de Retes y Lloredo (n.1560 + ya en 1638). Aparece en Sanabria, Cartago (pp. 180-181, Tomo V). Añade Castro (ídem, p. 87) que tenía casa en Cartago en cuadra 3C y 4, según las coordenadas de mapa que da Monseñor Sanabria. Enrique Valverde (ídem)  establece que:

“Nació en Bilbao, Vizcaya, España. Tuvo serios problemas con el gobernador Fernando de la Cueva, quien requirió de amores a su mujer, y lo mismo hizo el hermano de éste, Antonio. En 1596 fue Alguacil Mayor de Cartago. Hay biografía suya en Víquez Segreda, Juan Rafael, 1955-62)”.

Hijo a su vez de
Pedro de Retes 
y de Petronila de Lloredo

casado en 1595 con María Ortega y Ortega.  Ella nació en 1575, testó en 1655 y murió en 1658.  Se casó en segundas nupcias con Jerónimo de Phelipe y Coto de Herrera. Fue Señora de la Encomienda de Cayagua y Sucagrua según Norberto Castro y Tossi.  Según Guillermo Castro (ídem) fue dueña de caballerías de tierra situadas junto al poblado de Quircó.

Fue hija, como  ya se sabe de
Juan López de Ortega
y de Catalina de Ortega.  

Según Valverde (ídem), Jerónimo de Retes y López de Ortega (n.1597-1664) fue un:

“Hijodalgo de sangre y solar conocido. Fue señor de la Encomienda que pasara por muerte de Luisa Hernández, Alguacil Mayor de la Ciudad de Cartago, Corregidor del Pueblo de Quepo en varias oportunidades y Regidor Perpétuo de Cartago.- (Meléndez y Castro y Tossi).- Tanto por su linaje como por su aptitudes y servicios personales, el Capitán Gerónimo de Retes ocupó una posición distinguida en la ciudad. En 1625 fue nombrado regidor de Quepo, en 1630 Alguacil Mayor de la ciudad y en 1639 regidor perpétuo de Cartago. De sus servicios de Cabildo no quedan testimonios. Los libros de actas municipales han sido devorados más que por el tiempo, por la incurría censurable de aquellos mismos que debieron custodiarlos. Sin embargo, aún se conserva un poder judicial a cuyo pie se consigna la firma del regidor Gerónimo de Retes, pidiendo propios para la ciudad de Cartago. Perteneció a "la cofradía de sangre de San Nicolás Tolentino". Los servicios suyos no se limitaron a la sala del cabildo o a la mesa de las cofradías; prestó también aquellos otros que revelaron patriotismo, con los riesgos del soldado o con las fatigas del explorador. Su participación en las jornadas de Tierra Adentro y su viaje a la región de los Votos, desconocidas hasta entonces, hacen con respecto a la pacificación de la provincia y la geografía de este país, interesante su memoria. En efecto, él marchó en 1619 como cabo de escuadra en la tropa que llevó don Alonso de Guzmán a Talamanca, y en 1640 como caudillo de la expedición que autorizó don Gregorio Sandoval para buscar hacia las aguas del San Juan una fácil comunicación con el Atlántico. La expedición se llevó a cabo con toda felicidad: se sometieron los indios sin violencia de ningún género; se exploraron bien aquellos ríos y quedó señalada la para el porvenir una magnífica ruta comercial. Por ello se le llama "Gerónimo de Retes, el Descubridor de San Carlos y Sarapiquí" (ver relato homónimo de M. de J. Jiménez).  Se casó con María Peláez Vázquez de Coronado en 1624 en Cartago, Costa Rica. María llevó al matrimonio como dote unos dos mil pesos de a ocho reales, consistentes en una casa para vivienda, de adobes y cubierta de paja, y el solar rodeado de paredes, un escaño, cuatro sillas, dos estrados, unos de sala y el otro de apartamento, un aparador, un vestido entero de damasco de Castilla, colorado y amarillo; un jubón de tela de oro, todo nuevo, un vestido de seda, otro de lana, blanco y negro, y otro nuevo de jergueta, dos jubones, dos mantos de seda, seis camisas labradas de hilo morado, nos chapines forrados de terciopelo azul, con hebillas de plata, dos collares de perlas y unos brazaletes de lo mismo, un collar de cuentas de oro, una imagen de oro y otras varias prendas de vestir. (Manuel de Jesús Jiménez)

Hijos de la unión de María y Jerónimo fueron:
Jerónimo de Retes y Ortega;
María de Retes y Vázquez Coronado (n.1626), casada con Francisco Ramiro Corajo;
Jerónima de Retes y Vázquez Coronado, casada con Pedro Lorenzo Venegas Hurtado de Mendoza, con Luis Fonseca y con Francisco Ramírez Rodado;
Ana de Retes y Vázquez Coronado, casada con Juan Echeverría Naranjo y con Diego de Ibarra; y

Petronila de Retes y Vázquez Coronado, casada con José de Alvarado y Vera, unión que ya se ha desglosado en el apartado específico.

Hijos de la unión de Petronila con José fueron:
Isabel de Alvarado y Retes, casada con Antonio de Moya,
Rafaela de Alvarado y Retes, casada con Esteban de Moya,
Manuela de Alvarado y Retes, casada con Francisco de Moya,
Pablo José de Alvarado y Retes,
Salvador de Alvarado y retes,
Jerónimo de Alvarado y Retes  y

Antonio de Alvarado y Retes, casado con Juana de Aguirre y Grado.

En esta secuencia de Vázquez de Coronado queda un pendiente y es el de la esposa de Diego de Trejo, que como se ha dicho, su nombre se desconoce, pero que se encuentra ligada a esta dinastía.


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