1.2. Fuentes recomendables para consulta
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osta Rica expresa un
reciente interés por el rescate de la tradición genealógica. Relativamente es hasta hace poco tiempo que
se ha propiciado un ambiente de mayor interés en torno a este tema. Tradicionalmente ha sido la Academia
Costarricense de Ciencias Genealógicas la encargada de esta tarea de
preservación de este patrimonio (Castro y Tosi, Segura Rodríguez, Eugenio
Doersam, Hernán Fuentes, Mario Barrantes, entre muchos otros).
Recientes trabajos de
investigadores más jóvenes, abren una nueva perspectiva en torno al rescate de
esta naturaleza en el país. Nuevos
recursos, mayor conciencia en torno a una búsqueda más exhaustiva y plena de
cuestionamientos dirigen los esfuerzos hacia un trabajo más minucioso y
perfeccionado que el que podía lograrse en años anteriores. No obstante, la
disponibilidad de recursos para la investigación histórica resulta más
artesanal que práctica, motivo por el cual debe disponerse de una mística de
trabajo y de un nivel de disciplina particular para encargarse de estas tareas;
características que definitivamente no todo el mundo posee.
Por ello resulta
importante ayudar a orientar esta búsqueda a aquellos interesados que deseen
ampliar los alcances de este documento o que quieran prolongar el estudio en alguna
de las ramas que se utilizan en él. A
fin de amplificar estos comentarios se anexan reportes de Mauricio Meléndez en
su sección electrónica del Periódico La Nación, que pueden ser de mucha
utilidad para los investigadores en estas materias. Investigaciones de Monseñor
Sanabria Martínez en torno al rescate de libros de registros parroquiales
(Cartago, Heredia y San José), así como aportes de Rafael Obregón (Alajuela),
Cleto González (Heredia) y de otros eminentes historiadores han dejado
esfuerzos valiosos que en el medio de toda la información disponible resulta
poca para registrar este tipo de informaciones.
Las obras
de Sanabria están disponibles en el Archivo Eclesiástico de la Curia
Metropolitana, así como (en el caso de los libros de Cartago) en la Universidad
de Costa Rica (Sede Central y Occidente).
Un trabajo que es importante para los interesados en el desenvolvimiento
de las familias que se desean evaluar en este documento, es indudablemente el
estudio sobre familias ramonenses de Vinicio Fournier, obra invaluable para el
alcance de los intereses de los descendientes de los pobladores de esta zona.
Otros esfuerzos aislados de pequeña difusión son factibles de ser encontrados
en ciertas bibliotecas, pero su seguimiento es hasta cierto punto complicado y
dependerá de la revisión de los archivos bibliográficos de instituciones
diversas.
La accesibilidad al Archivo Eclesiástico, donde se pueden
apreciar no solo los índices y recopilaciones, sino que también los de
defunciones, bautizos y matrimonios de todo el país; constituye un tipo de
fuentes imprescindibles en este tipo de proyectos. Se adjunta un índice de registros de
microfilmes que los mormones han realizado para uso personal pero que a cambio
donaron una copia al archivo de la Curia.
El
esfuerzo de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días por el
rescate de las genealogías en todo el planeta, facilita el acceso de
informaciones aunque con un cierto margen de restricción y confiabilidad. En San José se encuentra el Centro de
Investigaciones Genealógicas que salvando ciertos permisos puede ser accesados.
También el Archivo Nacional puede ser una fuente importante fuente de
consultas, que en el margen de lo comprensible tiene un acceso ilimitado. Ellos manejan el registro de mortuales y
documentos de carácter político y administrativo de la región que siempre
nutren la búsqueda de datos en torno a familiares anteriores.
Recientes
proyectos de los Periódicos La Nación y La Prensa Libre ponen al alcance
general los resultados de trazados genealógicos. En el primero de los casos se hacen entregas
electrónicas de esta información en la sección de especiales de su página
web. En el segundo se hacen
publicaciones los días jueves. Si bien este tipo de trabajo sería interesante
de manejar por Internet, aún en Costa Rica no existen proyectos de esta
especie, siendo la alternativa de La Nación la única disponible para este
sentido. No obstante, para que esta
información sea de utilidad debe contarse con datos para la búsqueda al menos a
la altura de finales del siglo XVIII a fin de poder acceder a épocas incluso de
la conquista. En cualquier sentido, la
búsqueda electrónica de nombres en el texto resulta muy práctica y acelera los
procedimientos de trabajo. Al menos, de
momento sería la única posibilidad de consulta digital.
El
Registro Civil es una alternativa prácticamente descartada, primero por la
dificultad para hacer consultas allí, y segundo porque solamente serviría en
casos en los que la información que se busque sea anterior a la década del
ochenta del siglo XIX, pues ésta es la fecha de creación. No se olvide que las genealogías de Monseñor
Sanabria cubren básicamente hasta 1850. Solamente las de Obregón alcanzan hasta 1900
(Alajuela).
Las
fuentes libres de acceso gratuito en Internet no son buenas ideas, a menos de
que se tenga muy buen control de los ascendentes en el país de origen de las mismas. Estados Unidos, Chile y España tienen buenas
alternativas. Lo mismo sucede con las
páginas heráldicas, que dan más posibilidad en torno al origen de los apellidos
y eventualmente ofrecen una buena oferta de escudos heráldicos, que aunque no
son necesariamente los que corresponderían a cada familia y no se ajustarían a
las exigencias temáticas de Castro y Tossi.
En definitiva, en las carreras de la vida moderna difícil resultaría
actualizar, si no ridículo, los títulos nobiliarios (si es que se tuvieran) y
demostrar hidalguías y noblezas a las instituciones dedicadas a estas
actividades en países europeos, que serían los encargados de validar títulos y
escudos. Recursos no menos interesantes son las entrevistas con personas
mayores, con los cuales se pueden obtener buenos datos, pero que siempre
deberán ser verificados en documentaciones escritas por los juegos de la memoria.
Un
recurso también interesante, y normalmente no aprovechado lo constituyen las
esquelas, que suelen contener datos importantes, aunque por su costo económico
han dejado de ser utilizadas por parte de las familias costarricenses.
Como se
ve, existen fuentes, pero debe estructurarse y organizarse muy bien la
información para hacer un uso satisfactorio de ellas. La tarea no es sencilla, pero ofrece la
posibilidad de rescatar un patrimonio casi olvidado.
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