jueves, 13 de noviembre de 2014



2.4. Aspectos coyunturales de la conquista y de la colonia:

M


ucho se habla del conflicto generado por la incursión española sobre las culturas aborígenes que habitaban en el territorio nacional a su llegada.  Trazar las condiciones de tal impacto, obliga a analizar que procedió casi sesenta años después del descubrimiento, lo cual indica que la región no tenía para ellos mayor atractivo que otros puntos prioritarios que demostraron ser prioritarios para el Imperio Español como fueron Perú, México, Argentina o la misma Guatemala. 

La entrada a Costa Rica se produjo más bien por coyunturas casuales en la búsqueda de un canal o espacio entre las masas oceánicas que bordean el continente.  De otra manera hubiese sido una llegada aún más tardía la que se hubiese producido.

Éste es el panorama básico producto del descubrimiento y la conquista del país. Curiosamente, y a diferencia de la historia de la antigüedad, no existe momento cuando se haya encontrado un mecanismo conciliador (para los que ejercieron el dominio) y centralizador de las ideologías, como en la época referida en el impulso de la causa del cristianismo. Lo que menos importaba en estas épocas era lograr el equilibrio espiritual de las personas, en la búsqueda de la paz interna y externa en aras de una mayor convivencia.

Filosóficamente pareciera que fue así, pero siendo realistas, fue el motivo de menor peso.  Elementos como la concentración de la producción, la explotación de las riquezas,  el cobro de los tributos, la dominación por la dominación, el sostenimiento de privilegios económicos y sociales y el cierre del acceso al poder civil forman las metas elementales del binomio Iglesia-Poder político desde el medioevo.

Si se examina el espíritu del mensaje cristiano, se encuentra que en estos períodos lo que menos priva es la doctrina que se predica. Sin cuestionar el contenido meramente textual de la misma, se encuentra que en realidad fallaron la forma y los responsables de la aplicación, anacrónicamente dispares del contenido.

Ahora, en la fórmula expuesta no hay ninguna novedad. Se le aprecia en cualquier asentamiento humano desde el primer momento de la historia, haya tenido o no algún contacto con los bloques sociales en referencia. Recurrir a la mezcla de factores que sustenten la ideología dominante, es cosa muy vieja. Alrededor de ésta, eso sí, se generaron manifestaciones populistas que constituyeron caracterizaciones de la masa.

En algún sentido formaron subculturas identificadoras (justificadas circunstancialmente en la confluencia de parámetros demográficos, geográficos y psicológicos) que se sedimentaron con fuerza al sistema predominante. Esto en virtud de que la mayoría se identificó con éstas, pues ellos mismos las diseñaron en función de su ingenio y como respuesta natural a sus contextos.  No puede esperarse una similitud homogénea en la conducta y el comportamiento de todos los componentes de un grupo. Es natural comprender, que en la conformación de los asentamientos contemporáneos habrá representatividad de diferentes estratos, y a su vez, de pequeñas asociaciones de inferior visibilidad.
A veces la visión reduccionista ofrece problemas de apreciación, ya que lo normal es estudiar estas relaciones a partir del todo.

Visto de modo inverso, tal vez parezca más comprensible, en un criterio más amplificante. Pequeñas células sociales de individuos (familias) en conjunto forman un espacio común de conveniencia (barrios). Estos estratos (cada una caracterizado por criterios económicos, sociales, educativos, étnicos, raciales, religiosos) serán englobados en una estructura mayor (pueblos, distritos, cantones).

Las agrupaciones que ya tienen una identidad mayor (aunque una composición mixta) se diversificarán en funciones acordes con su posición geográfica (se entiende que se trata de un bloque mayor de personas) y con la generalización demográfica predominante (actividades económicas: comerciales, industriales, académicas, políticas, religiosas, artesanales, recreativas, etc. que encauzan las particularidades del conglomerado) forman un conjunto mayor que se encuentra integrado y vinculado en sentidos concretos (idioma, religión, tradición, costumbre, intereses económicos, sentido de la sobrevivencia, ideología, conveniencia) y en los que aceptan integrarse (provincia, país, comunidad de países).   Es natural suponer que estas identificaciones surgen de la interacción conjunta y de la satisfacción de necesidades válidas en temáticas como la seguridad, la economía, la familiaridad y la tenencia de códigos comunes.

Ahora bien, cabe destacar que cada uno de los criterios que intervienen en la formación de los bloques presentados, tienen relativa o definida influencia, en su interacción. Asimismo hay una repetición de elementos básicos como lo son la religión, la economía y la política en la reconfiguración de las células que componen la estratificación.  La legitimación social, la tradición y la transmisión generacional (física y oral) son los mecanismos elementales de preservamiento de la identidad cultural.

A través de las diferentes manifestaciones quedará registro de su existencia y de sus vivencias, y con ellas, dejará constancia a las sociedades del futuro de su acción. Lamentablemente de camino se pierde mucha información y casi nunca puede dimensionarse la magnitud real que experimentan los asentamientos.
Separar los elementos conformadores de la estructura cultural es imposible. En primera instancia, no es factible aislar uno de los otros. Por otro lado, a razón de querer visualizar cada componente de manera separada tendría que tenerse una noción de su momento de origen y de la razón de su aparición, lo cual es inalcanzable, pues las raíces de los mismos se encuentran perdidas en el tiempo.

Finalmente la aparición de manifestaciones populistas genera que se pierda la condición causa-efecto de las expresiones. En un punto determinado es imposible señalar al creador y a los intereses de esta inclusión en el patrón social. En resumen, cultura es todo. Mosaico receptor de los hombres y de sus tiempos, testimoniados en un inconsciente masivo y masificador, que guarda en sus compartimentos la inmemorialidad del ser pensante. Trasciende así su naturaleza efímera, que en si misma no deja huella en la agenda de los tiempos.

En la sociedad colonial será un fenómeno interesante la formación constante de nuevos núcleos poblacionales.  En algunos casos respondía a los intereses de control de la propia Corona española en busca del dominio del territorio nacional desde puntos diversos. 

Posteriormente respondería a los propios intereses de los ya nacionales, que por un lado buscaban nuevos puntos de interés y desarrollo, siendo Cartago en todo momento la zona primada de la provincia.  En otros casos podrían empezar a especularse situaciones en torno a los intereses sefarditas.  Lo único claro era que habían habitantes que deseaban alejarse en la medida de lo posible del control de Cartago, y ello es no solo un hecho innegable, sino que aunque será para siempre un misterio, conforma un razonamiento de peso en el poblamiento del territorio.  Para  la iglesia será no obstante un motivo de queja reiterada, que ha quedado definitivamente en las páginas de la historia eclesiástica.  En esta condición, siempre habrá un desplazamiento de la hegemonía española, transmitida a través de hijos y yernos.

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