domingo, 7 de diciembre de 2014



BARRANTES (SANABRIA DE MALDONADO)
E

ste apellido es de interesante estudio.  No obstante, por aparecer en ambas formas, conflicto propio de la colonia al que ya se ha hecho amplia referencia, tiende a resultar confuso de estudiar.  Félix Ortiz (1995, Nº 35 de la Revista de la ACCG) hace énfasis en las investigaciones de Cleto González Víquez en torno a la antigüedad de esta familia en el país, así como en la participación de los mismos en eventos trascendentes de la fundación del mismo.

Para este documento ofrece la oportunidad de conocer el origen de la familia Ulate, en lo cual se han tenido muchas expectativas, por las dificultades para localizarla en el correr de esta investigación.  La condición cambiante de los apellidos viene a ser una causa de peso en contra de esta meta, tal y como habrá ocasión de explicar.



BARRANTES Y SANABRIA ANTES DE LA LLEGADA (ESPAÑA)



(Según Mario Barrantes Ferrero, 1973,  en Nos. 18-19-20 de la Revista de la ACCG, pp. 40-45 y Juan Rafael Sanabria Barrantes [2003, p. 16, fundamentado en las siguientes fuentes: “Parque Natural del Lago de Sanabria y alrededores, de las Juntas de Castilla y León; Diccionario Enciclopédico Larousse; Enciclopedia Quillet; “El fuero de Sanabria, de Lauro Anta; Diccionario Enciclopédico Hispanoamericano de Literatura, Ciencias y Arte; “Historia de la Edad Media”, de Montaner y Simón; “Parador del pueblo de Sanabria”; “Memorias para la historia de la poesía y poetas españoles”, de Fray Martín de Sarmiento; Diccionario Genealógico y Heráldico de apellidos españoles y americanos” de García Carrafa; Revista de la ACCG, Nº 27-28, Nº 29 y Nº 18-19-20; Nobiliario de Galicia, Publicado de Agustín de Rojas Villandrando; “Tronco de Conquistadores, Hidalguía”, de Fernán Ruiz; “Crónica de los Reyes Católicos” de Alfonso de Santa Cruz]):

Se establece en Nicolás Barrantes la fundación de este apellido en el país. Fue hijo de

Juan de Sanabria Maldonado, Nacido en la Villa de Alcántara, Extremadura, España.  Fue bautizado en la Iglesia de Santa María de Almocóbar en 17 de enero de 1587. T. en Cartago en 1657. Fue sepultado en la Parroquia de Cartago (ruinas) [Según relata Barrantes, 1973 en Nº 18-19-20 de la Revista de la ACCG, p. 48] [Aparece también en Eladio Prado, en Nº 13-14 de la Revista de la ACCG, p.61]). Fue hijo de

Gonzalo de Sanabria Maldonado

y de Jerónima Bravo Barrantes, hija de
Pedro Barrantes Maldonado (1510-1575),  Su vida se desarrolló en Alcántara, España.  Fue sepultado en la  iglesia de S. María de Almocóbar, hijo de
Alonso Barrantes (1449-1529),
vecino de Alcántara casado en 1509. Hijo de
Juan Barrantes “sacó ejecutoria de Hidalguía en Granada”, según Barrantes (ídem), hijo de
Alonso Barrantes, hijo de
Alfonso Fernández Barrantes, hijo de
Garcí Fernández Barrantes, “murió en 1385 en la batalla de Aljubarrota” (Barrantes, ídem) hijo de
Alonso Fernández Barrantes, ‘El Viejo’ hijo de
Garcí Fernández Barrantes, “Maestre de Alcántara de 1254 a 1284” (Barrantes, ídem),
hijo de  Padre desconocido, pero se sabe hijo de

Garcí Fernández Barrantes, quien “vino a la conquista de Alcántara en 1213” (Barrantes Ferrero, ídem. p. 42)
y de madre desconocida

y de mujer desconocida

y de mujer desconocida

casado con Teresa Pérez Maldonado

casado con Teresa Fernández Aldana

y de Mayor Rodríguez Aldana

casado con Brozas con mujer desconocida

y de mujer desconocida

y de María Vilela de Sanabria casada en 1509 en sus segundas nupcias, pues había estado casada con Alonso Garabito. (+ 1544), hija de

Juan de Sanabria “Caballero de la Orden de Santiago, vecino de Salamanca”, hijo de
Juan Hernández de Sanabria “Muerto en la batalla de Archites” (Juan Rafael Sanabria, citando a Mario Barrantes Ferrero, p. 16) fue hijo de
Antón Pérez de Sanabria, hijo de
Men Rodríguez de Sanabria, Mayordomo de Pedro II, hijo  de
Juan García de Sanabria, [hijo de
Hernán García de Sanabria, hijo de
Pedro Suárez de Sanabria
casado con mujer desconocida de apellido Losada

y de mujer desconocida

y de mujer desconocida

y de mujer desconocida

y de Vilela, hija de
Juan González de Vilela
y de mujer desconocida

y de mujer desconocida de apellido García, hija de
Garci Pérez y tercera nieta de Arias Pérez, Archipreste de Alcántara
y de mujer desconocida

y Urraca González Maldonado, hija de
Diego Arias Maldonado, Caballero de la Orden de Santiago, vecino de Salamanca
y de mujer desconocida

y de Francisca Maldonado

y de mujer desconocida, pues había nacido fuera del país.

De este modo se llega al fundador de los apellidos Barrantes y Sanabrias en Costa Rica, el Capitán Juan Sanabria Maldonado.  Llegó al país procedente de la Villa de Alcántara (Extremadura, España).

Se instaló en Nicaragua donde entre otras acciones adquirió la “mitad de la Corregiduría de Boaco en Chontales”.  En Costa Rica fue encomendero de Nicoya, Quircot y Turrialba. Fue Alcalde Ordinario de Cartago en 1639 en ausencia de Gregorio de Sandoval y González de Alcalá.

“Extremadura fue una antigua provincia española, que se extendía hasta el curso inferior del Duero, de donde nace su nombre: Extrema Duris.  Durante la reconquista alcanzó hasta los límites de Andalucía, dejó de hacer contacto con el Duero.  Limitada al norte por el reino de León, al Sur por Andalucía, al Este por Castilla La Nueva y al oeste por Portugal.  Esta región constituye hoy las dos provincias de Badajoz y Cáceres. Muchos de los fundadores españoles vinieron de Extremadura, entre ellos Francisco de Ocampo Golfín, natural de Mérida, Teniente gobernador en 1601, 1619 y 1622 ” (Barrantes, 1967, p. 1).

“Emprende negocios de exportación e importación, funda un molino, el mayor de Cartago, en el río de Los Molinos y siembra un cacaotal en Matina.  Ya para entonces cuenta con la ayuda incondicional de su hijo Nicolás Barrantes quien lo sucedería.

Para 1647 está ejerciendo el cargo de corregidor del partido de Turrialba y envía dos indios a Nicaragua: Manuel de Currirabá y Jusepe de Tobosi, fiado para tal operación por Pedro de Campo Quirós” (Barrantes, 1967, p. 2).

Se casó en Costa Rica con una de las hijas del Capitán Francisco de Ocampo Golfín y de Inés de Benavides en Cartago en 1615.  Aunque de esta unión no hay descendencia. Llegó al país en 1638 con un hijo natural a quien además heredó, de nombre Nicolás Sanabria, cuya madre como se ha indicado es desconocida por los historiadores. 

Se maneja la versión de que Nicolás nació en Cartago en 1615 donde también testó en esa misma ciudad el 12 de setiembre 1665, no obstante se abre el espacio para dudas en este sentido, pues es innegable que fue hijo de Sanabria de Maldonado.  Desde su arribo cambió su nombre por el de Nicolás Barrantes (1615-1665).  Juan de Sanabria ocupó en el país los cargos de Alférez Real, Alcalde Ordinario y Regidor de Cartago.  Asimismo ocupó el puesto de Teniente Gobernador de Costa Rica en 1640.

“A partir de la muerte de don Juan, su hijo Nicolás asume la dirección de todos los negocios; se establece una íntima relación entre él y su madre adoptiva, que lo había criado a pesar de ser hijo natural de su difunto esposo.  En 1664 el Sargento Nicolás Barrantes y D. Juana Figueroa Moscoso se obligan en favor de la Cofradía del Rosario.  El primero hipoteca un molino en el río que llaman Los Molinos (Cartago)” (Barrantes, ídem. p. 3).

Nicolás se casó con

María Sagaste, (T. en 1690 y en 1696 + ya en 1629), dama, hija del también
Capitán Jorge Sagaste (Udo Groub, ídem, pp. 215-216)
y de Ana Martina Navarro (Ana Marín (Martínez) Navarro), hija de

Alonso Jiménez, hijo de
Hernán Mateos
y de Catalina Martín

y de mujer desconocida de apellido Navarro

Hijos de Nicolás y de María fueron:
Juana Barrantes Sagaste (En la misma fuente con hijos naturales),

Benito Barrantes Sagaste, casado con Antonia de Segura,

y Jerónima (Gerónima) Barrantes Sagaste (testó en 1697) la cual aparece en Sanabria (Cartago, p 397, Tomo I con hijos naturales), y esposa de Juan Álvarez de Ulate (Eulate). De esta unión se tomarán referencias posteriores.

“Nicolás Barrantes murió alrededor de los 50 años de edad; testó el 12 de setiembre de 1665, según consta en los Protocolos de Cartago.  Ya para 1667 su viuda vende al Capitán Juan Álvarez de Ulate, un esclavo llamado Diego Barrantes de 23 años de edad, que donó a su marido D. Juana Figueroa Moscoso.  (…) En las genealogías de Cartago de M. Sanabria se le adjudican a Juana [Barrantes Sagaste] los hijos del esclavo libre Nicolás Barrantes.  El error es muy notorio al estudiar otros hechos y parece ser un error de ‘formato’ en la página 398 del Tomo I.  Consultar el testamento de Nicolás, año 1745, página 392, índice de los Protocolos de Cartago.  Juana murió de 21 años y al testar no hace ninguna referencia a sus descendientes.  Por otra parte este Nicolás Barrantes [al que se hace referencia] fue esclavo de D. Gregoria Azofeifa” (Barrantes, ídem, pp. 3-4).

“Como se explicó, a la muerte de Sanabria Maldonado manejaron sus negocios su hijo Nicolás y su viuda doña Juana Figueroa Moscoso.  Es posible que la herencia no fuese muy cuantiosa porque en 1664 y 1667 se realizan operaciones de hipoteca y venta de un esclavo, llegando hasta la venta de una propiedad para pagar los gastos sucesorios.  Sin embargo, los Barrantes descendientes de Nicolás empiezan a desarrollar fincas en Barba, a lo largo de Quebrada Seca y Bermúdez, aprovechando lo que les había sido legado. [(…) Nicolás Barrantes heredó un sexto de los bienes)].

La viuda de Nicolás Barrantes vivió con sus hijos en Barba. (…)   Se deduce que la situación económica de la viuda (…) no fue muy boyante después de la muerte de su esposo.  Sin embargo parece ser que no sucedió lo mismo con su hijo el Cap. Benito Barrantes Sagaste. (Barrantes, ídem, p. 6). 



JUAN SANABRIA DE MALDONADO



P
ara Juan Rafael Sanabria Barrantes (2003):
 “La conclusión a que han llegado los investigadores es que Sanabria es un topónimo.  Así lo vemos en sus orígenes, cuando leemos que existieron los Fernández de Sanabria, los García de Sanabria, los González de Sanabria, los Rodríguez de Sanabria, etc.



El Fuero de Sanabria



Fue el autor Fernández Duro el encargado de hacer pública una antigua transcripción de una carta elaborada por V. Salvá, quien a su vez confesaba haberla realizado a partir del pergamino original que se custodia en el Archivo Municipal de Puebla de Sanabria.

El pergamino desapareció y por ello la historiografía se ha limitado a ofrecer la fecha de la concesión sin haber llegado a entrar en materia.

Cercado en buena parte por altitudes de difícil paso y alejado de los más importantes caminos y calzadas peninsulares, el Valle de Sanabria hubo de padecer un aislamiento que la independencia del vecino condado de Portugal vendría a reforzar, en el siglo XII, interceptando la proximidad y los accesos con los limítrofes territorios de Bragança y Chaves.

En 1220 el Rey Alfonso IX otorgaba carta de fueros a los pobladores de Sanabria, núcleo en condición de puebla nueva era elevado por decisión regia al rango de Villa.

La llegada de nuevos pobladores al Valle de Sanabria se constata a partir de una macrotoponimia de tardía implementación (castellanos, asturianos) y de un protagonismo documentado que se puede concretar en dos comunidades llegadas de Al-Andaluz, que iban a ocupar antiguas posiciones de interés y al abad Juan y los suyos, que se instalan en la arruinada iglesia de San Martín de Castañeda, junto al lago de Sanabria.

Sanabria, que para los siglos VI y VII aparece como parroquia y ceca, reaparece en el siglo X como centro significativo de un territorio, tal vez un castra o castellum, que los cronistas de la época (los monjes de San Martín) elevan a la categoría de Urbs.



La Puebla de Sanabria



Ubicada en el valle de la región N.O. de la provincia de Zamora, en los confines de León, Orense y Portugal, es un territorio de irregular contorno, no completamente llano, sino atravesado por cerros y vallejos secundarios, limitado al oeste por la sierra Segundera, al norte y al este por la de San Ciprián, divisoria de los ríos Negro y Tera y al sur por la de la Culebrera.  Es la Puebla de Sanabria una añeja villa de cuya existencia hay noticia desde el año 569, según actas del Concilio de Lugo.

Sus casas, con tejados de lozas de pizarra que ya delatan aires gallegos o leoneses, se descuelgan por las laderas, guardadas por el soberbio castillo del Siglo XV, en buen estado de conservación. La Casa Consistorial es de piedra bien labrada, con dos torreones y un buen balconaje de hierro. Durante la guerra de la independencia, Sanabria estuvo alternativamente en poder de españoles y franceses.

En los primeros días de agosto de 1810 estaba en poder de estos últimos y después de algunas refriegas la recuperaron aquellos en la noche del 9 al 10 de agosto, haciendo prisionera a la guarnición que era de suizos.

Históricamente se recuerda la pacífica conferencia que en Sanabria tuvieron el 20 de junio de 1506, Fernando El Católico y el Archiduque Felipe El Hermoso. Dos horas hablaron a solas dentro de una ermita contigua al Remesal, sirviéndoles de portero el Cardenal Cisneros que, cerrada la puerta y sentado en un poyo, mantuvo a respetable distancia a los grandes que escoltaban al archiduque.

Sobre este mismo tema escribe Leandro Rodríguez: ‘Fernando El Católico y su yerno Don Felipe, después de estar a punto de tomar las armas y de ensangrentar Castilla y León con sangre de hermanos, decidieron encontrarse en Sanabria’.

Era el año 1506. Don Alfonso de Santa Cruz en el Tomo II, pág. 42 de su Crónica de los Reyes Católicos, publicada en Sevilla en 1951, escribe ‘Y así que por mensajeros que de una parte a otra se enviaron, se concertaron de ver junto a Puebla de Sanabria donde salió el Rey Don Felipe y el Rey Don Fernando de un lugar dicho Ríonegr o y se vinieron a encontrar junto a Asturianos y la aldea de Remesat. Y cada uno de los Reyes procuró tomar la mano del otro y al cabo se abrazaron y se comenzaron a hablar, estando solos, que nadie los podía oír, sino ver los meneos que el Rey don Felipe hacía, como persona que hablaba con alguna pasión. Y después que se hubieron hablado, el Rey don Felipe se fue a la Puebla de Sanabria y el Rey Católico se vino a Rionegro y Asturianos Y aunque el parecer de todos se pensó que se avían apartado enemigos, no fue así antes quedaron en mucha paz y amistad’.

Vemos así cómo Sanabria ha figurado desde tiempos antiguos como plaza militar fronteriza; en la cima del cerro donde se asienta, se halla la parte llamada Plaza Militar, murada y con puertas que la comunican con sus arrabales y en su punto más culminante, con el antiguo castillo.

Además, el lugar fue durante muchos siglos centro de proyección militar, económica e institucional del territorio de su mismo nombre.

Regresando a la carta de fueros mencionada con anterioridad, se observa que va dirigida abiertamente a "los pobladores de Sanabria"; el tardío y parcial desplazamiento del topónimo originario se produjo a partir de la incorporación del apelativo de la nueva condición del núcleo en cuestión: Puebla de Sanabria, produciendo la ruptura de la identificación nominal que núcleo y territorio venían padeciendo.

Durante el medioevo, Sanabria fue región olvidada, temida y codiciada por vecinos invasores, pero vecinos eternos, con unas geografías obligadamente comunitarias, con muy parecidos y compartidos usos y costumbres, con mitos, supersticiones y leyendas.

En la actualidad, Sanabria es una mezcla de razas (por su territorio pasaron los celtas, los romanos, en el año 411 entran en España los alanos, los vándalos y suevos; en el año 419 se establecen los visigodos) (…).

Bien probable es que haya sido su especial localización en la geografía peninsular la principal causa por la que la Sanabria de ayer permanezca, en buena medida, como un hermoso descuido de los tiempos; como una reserva que su propia naturaleza ha sabido y podido guardar para otras formas de vida y otros modos y modelos de comportamiento.

Con Portugal siempre al lado y un intermitente estado de guerras, como en el reinado de Juan I, a fines del Siglo XIV poco antes del reinado de Isabel, ya de Castilla. O las prolongadas confrontaciones tras la anexión del Reino de Portugal que por decisión de Felipe II tendría en doloroso jaque a las naciones por cerca de tres décadas (1640-1668).

(…) Otras tantas realidades como la participación de estas gentes en las luchas por las libertades del reino bajo el Emperador Carlos V.

En cambio existen muchas leyendas, en realidad espejismos vanos, que han sido rotos por el realismo de las recientes investigaciones históricas, como la creencia de haber sido la antigua y mítica Numancia y hasta el famoso cerco de Zamora por Sancho II, en su fratricida afán de arrebatarle la codiciada plaza a su propia hermana doña Urraca”.




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